Amigas una amiga muy especial La Yaqui, de mi cuenta de facebook la cual les dejo adjunta abajo, me compartió esta linda historia y me encantaria poderla compartir yo a ustedes, cuantas veces no nos ha pasado a las mujeres que esperamos lago que simplemente tenemos que inspirar pero que aveces nos cuesta tanto que deseamos caer en cuentos armados que son lo mismo que mentiras y engaños solo por sentirnos mejor con alguien que en realidad ni se esfuerza en conseguir de nosotras amor, porque simplemente sin que ellos se lo ganen lo entregamos sin reserva. Amor propio es lo que deberíamos cultivar más a menudo y no mendigar por ahí con el primero que se nos atraviesa; si nos amaramas más y enseñaramos a los hombres a ganarse nuestro amor, habría menos corazones rotos y más relaciones felices.
<3 Ana <3
Ana le reclamó a Juan
que después de seis meses de relación, él aún no le decía que la amaba. Juan
sonrió con una mezcla de ternura hacia ella y algo de picardía, como si en vez
de haberle hecho una pregunta tan difícil le hubieran preguntado la respuesta a
un acertijo cuya respuesta conocía de antemano:
- Quiero que entiendas
que no te amo. No te amo porque no es posible amar a alguien de un día para
otro. Sería infantil y desconsiderado pensar de otra manera y decir que lo que
por ti siento es amor.
- ¿Entonces qué sientes
por mí? - preguntó ella con una mirada desconcertada.
- Estoy enamorado de ti,
que es diferente. Algún día, si sigues siendo quien eres ahora y me sorprendes
con cosas maravillosas e inesperadas, tal vez llegue a amarte de la forma en
que siento el deseo de hacerlo.
Si llego a hacerlo,
podría prometer amarte para toda la vida pero esa es una promesa que no sé si
podré cumplir. Sin embargo, puedo prometer que te protegeré a cada instante que
me permitas hacerlo.
- ¿Y qué esperas de mí?
- Sería tonto decir que
no espero nada. Sí espero algo de ti y es que aceptes todo lo que tengo para
darte. Porque en este momento siento tanto por ti que haría cosas que
parecerían imposibles para proteger tu felicidad; y en caso de que yo llegue a
ser tu felicidad, prometo hacer lo posible para seguir siéndolo. También te
prometo que no cambiaré, porque sería como haber fingido ser alguien que no soy
para estar a tu lado, y yo no soporto mentir o que me mientan. No puedo
prometer, sin embargo, que no cambiaré las cosas que no te gustan. Habrá
algunas que valdrá la pena cambiar, otras suprimir y otras... no creo que sean
tan importantes como para hacer algo con ellas.
- ¿Le dices esto a todas
las mujeres?
- No. Pero tampoco eres
la única. Se lo he dicho antes a unas cuantas mujeres más, que llegué a amar o
estuve a punto de hacerlo.
- Ah, ¿entonces me estás
soltando un discurso repetido?
- Sí. Pero porque
cambiar mis intenciones para con una mujer que quiero cada vez que ésta es
diferente, sería como ser un galán con una, un villano con otra, un manipulador
con otra y quien sabe cuántas más personalidades tendría que adoptar sólo para
no repetir intenciones con una mujer. ¿Acaso tú tendrás intenciones de quererme
de una manera diferente a como lo has hecho antes?
- No, pero...
- ¿Ves? No esperes que
mi "discurso" sea diferente para evitar decirte lo mismo que a
alguien más le he dicho antes. Si te estoy diciendo esto es porque realmente
estoy considerando que seas para mí lo más importante en mi vida después de mí
mismo.
- Te comprendo. Tienes
razón. Demasiada razón. Discúlpame por ser tan tonta - dijo ella con una
sonrisa y una lágrima en su pómulo que había estado conteniendo.
- No tienes por qué
disculparte. Es normal tener dudas y sentir ese miedo que nubla la razón y
hasta el corazón.
- Oye, pero... ¿Entonces
no me amarás toda la vida cuando me ames?
- No lo sé. Juro que lo
intentaré, pero eso es algo que dependerá enteramente de ambos. En teoría el
amor eterno funciona, pero eso es sólo en teoría.
- ¿Y si yo me marcho?
- No serías la primera y
tal vez no seas la última. Pero entonces podrías comprender que mi
"discurso" no es repetido ni trillado. Sería simplemente una promesa
rota que se hace con otra persona.
- Duele escuchar eso.
- Lo sé. Los hombres son
por lo general muy mentirosos.
- Eso es porque las
mujeres generalmente no confían en la sinceridad y tienen cierta tendencia a
elegir, casi siempre, a los mentirosos que tanto dicen odiar. Las mentiras
conquistan porque no duelen e ilusionan, la sinceridad ahuyenta, porque a veces
duele.
- ¿Quieres estar conmigo
para siempre?, ¿Por lo que dure el infinito?
- En este momento no
quisiera nada más.
- ¿Lo prometes?
- Lo prometo.
Le
dije que no tenía tiempo que perder con una persona débil y cobarde. Entonces
me abrazó y sacó de su bolsillo un viejo reloj que pertenecía a su padre y
exclamó: "Aquí tienes, yo te doy mi tiempo más valioso. Quédate, porque
contigo aprendo a ser valiente y fuerte".
Brotaron
de mis ojos unas lágrimas casi espesas, cargadas con las fuerzas que necesitaba
para que mis brazos la rodearan y poder sostenerme en pie. Me dejé caer sobre
su hombro y rompí en llanto. Me abrazó con sus delgados y frágiles brazos y
sonrió. Fue entonces cuando finalmente comprendí: yo era el débil y cobarde.
Que ella tenía además, el corazón que a mí me faltaba. Ambos nos necesitábamos.
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